…Siendo enemigos,fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo.Romanos 5:10.Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo…y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.2 Corintios 5:19.
Dios ganó nuestra confianza
Se acercaba el momento de salir de paseo. Con entusiasmo los niños prepararon sus pequeñas bicicletas. Pero de repente Lea, de cinco años de edad, se negó a ir con nosotros. ¿Qué hacer? ¿Cómo cambiar esta inflexible pequeña voluntad? ¿Usando la autoridad? Felizmente tuve una intuición: tal vez la niña le tenía miedo a los perros. Entonces le dije al oído: –Lea, cuando estemos en la granja, yo me pondré entre ti y la barrera de los perros. Luego agregué en voz alta: –Entonces ¿vienes con nosotros, Lea? Aun sin contestar, ella tomó la delantera y vi sus pequeñas trenzas brillar con el sol de la mañana. Ninguna fuerza puede cambiar la profunda voluntad de nadie, ni siquiera la de una niña. Una bomba puede obligar a las multitudes a retroceder, puede destruir una aldea, pero nunca hará que las personas que se odian lleguen a amarse libremente. La violencia puede intimidar, someter, pero nunca puede conducir al amor. Cada ser humano crea una fortaleza en sus pensamientos y afectos. Sólo Dios puede cambiar nuestra voluntad. ¿Cómo? ¿Utilizando su poder? No, ganando nuestra confianza. Envió a su Hijo al mundo para que compartiera nuestra condición y cargara con nuestros pecados. Cristo murió por nosotros: esto nos conmueve y nos transforma. De ahí nuestro profundo deseo de que nuestra voluntad esté de acuerdo con la suya.
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quarta-feira, 29 de agosto de 2007
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